lunes, 30 de noviembre de 2015

Calle Florida, testigo de la historia de Buenos Aires

La calle Florida, ubicada en el corazón de Buenos Aires es para muchos  “el orgullo de los porteños”, “la gracia y la sonrisa de Buenos Aires”, “una calle con alma y con tradición”. Fue una de las primeras calles favorecidas con los avances de la modernidad: el empedrado, el alumbrado a gas, el alumbrado eléctrico y los letreros luminosos llegaron a la calle Florida tan pronto como llegaron a Buenos Aires.

Pero Florida es, además, testigo mudo de emblemáticos episodios de nuestro pasado. En la esquina de Florida y Perón (llamada así desde 1984), tenía su residencia Mariquita Sánchez de Thompson, cuyas tertulias reunieron a lo más granado de la sociedad de principios del siglo XIX. Por sus calles, desfiló Urquiza con su Ejército Grande en febrero de 1852, tras vencer a Rosas en la batalla de Caseros.  Menos de dos décadas más tarde, en 1870, otro ejército recorrería la calle Florida. Se trataba esta vez de las tropas que regresaron de la guerra contra el Paraguay. En Florida y Córdoba se realizó más tarde aquel famoso mitin del Jardín de Florida, donde se gestó la oposición al gobierno de Miguel Juárez Célman.

Durante muchos años, circuló por la calle Florida una línea de tranvías de caballos, que la Compañía Buenos Aires a Belgrano hacía correr entre ese barrio del norte con la Plaza de Mayo. Como la calle tiene ancho de siete metros, y el tranvía rozaba casi las veredas, su paso solía causar molestias y algunas veces accidentes. Ese fue el motivo que decidió la supresión de línea en esa calle, a fines del año 1889. Empero, el remedio fue sólo temporario. Pocos años después el tránsito de carruajes y paseantes se hacía cada vez más numeroso, y cuando en 1903, en alas del progreso llegaron los automóviles al país y se incorporaron al tránsito de vehículos de esa calle, surgió el problema con mayor intensidad. Las autoridades municipales debieron abocarse a la consideración del asunto, pero anduvieron remisas, esta vez, en hallarle la solución. Por fin en 1922 se dictó una ordenanza prohibiendo la circulación de vehículos por la calle Florida entre las once y las veinte horas, prohibición que rige aún, y fue dictada en beneficio y homenaje a la calle más elegante y mimada de la ciudad.

El llamativo ornato de sus comercios le otorgó a Florida alcurnia, prestancia y fama –no sólo en el país, sino también en el exterior- semejante a la de la Rue de la Paix en París, con sus lujosos escaparates exponiendo maniquíes con finos vestidos femeninos de la última moda europea, vidrieras magníficamente iluminadas conteniendo joyas valiosas, librerías y fotografías y salones de arte. Recibió Florida un nuevo empuje de modernismo y suntuosidad, allá por los años 1918 al 20, a la terminación de la primera guerra mundial. Por esa época, llegaron como novedad al país los letreros luminosos y las orquestas de jazz, apareciendo entonces de inmediato en la renombrada calle, muchos edificios de importancia, como la Galería Güemes, el Gran Cine Florida y otros.

En los días de los festejos del centenario del año 10, Florida fue el centro de los desfiles militares y de los civiles que improvisaba el entusiasmo popular, ofreciendo la calle con el flamear de banderas de todos los países del mundo y el sonar de las bandas una grata sinfonía de música y colores. Por la calle Florida pasaron en esa ocasión, personalidades de alta categoría, tales como el presidente de Chile, doctor Montt, la Infanta Isabel de Borbón, embajadores, militares y ministros plenipotenciarios extranjeros, siendo todos ellos acogidos con flores arrojadas desde los balcones, vítores y aplausos por la multitud. En el año 1918, hubo allí grandes manifestaciones populares, con motivo de la terminación de la primera guerra mundial. Y fue Florida en fin, durante muchos años, la calle obligada de los desfiles militares y actos patrióticos de la juventud.

Muchos personajes argentinos tenían por hábito pasear por ella. Mitre, en su larga ancianidad transitaba casi diariamente deteniéndose ante las librerías y el general Roca, al regresar a su domicilio desde la Casa Rosada, también lo hacía. El general Uriburu siendo presidente paseó por Florida casi todas las tardes. Además de ellos, todas las personalidades y artistas famosos que llegaban al país no dejaban de darse un paseíto por la renombrada calle. Así se les vio pasar a Jaurés, Clemenceau, Ferri, el príncipe Eduardo de Gales, el príncipe Humberto, Caruso, Sara Bernardt, María Guerrero, Benavente, Anatole France y tantos otros. El general Lucio V. Mansilla, de levita y galera gris, su flor en el ojal, su perita, su monóculo y su arrogancia, era un hombre popular en la calle Florida, por los años 1900 al 1911.

El teatro Nacional, entonces de categoría, funcionó durante varios años en la calle Florida entre las de Piedad –hoy Mitre- y Cangallo, vereda de los números pares. Por su escenario desfilaron artistas de fama mundial: Rafael Calvo, la Tettrazani, María Tubau, Tina di Lorenzo y otros. Ese teatro fue destruido por un incendio en el año 1895, y no volvió a ser reconstruido.

Existieron por allí muchos comercios importantes, hoy casi todos desaparecidos. Entre otros el “Sportsman”, amplio y lujoso restaurante, situado en Florida entre Rivadavia y Bartolomé Mitre, vereda que mira al este. Cayó bajo la piqueta municipal en el año 1914, por la apertura de la diagonal Roque Sáenz Peña. La confitería del Águila, que se hallaba ubicada en esa misma calle entre las de Bartolomé Mitre y Cangallo, y fue centro de reunión, entonces, de la gente chic. LaRotisserie Charpentier, también de categoría, que estaba en Florida y Sarmiento. La lujosa joyería Favre; el bar Girard, en Florida y Corrientes, y tantos otros.

Para el porteño auténtico, Florida es siempre Florida; es decir, la calle preferida, la calle de los recuerdos, la calle por donde paseó sus años mozos, con sus inquietudes, sus amoríos, sus emociones, sus sueños y sus esperanzas. 

http://www.elhistoriador.com.ar/articulos/miscelaneas/un_paseo_por_florida.php

Ph: Pablo Corrales
















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