El Monasterio de las Catalinas, o
Monasterio de Santa Catalina de Siena, adosado a la Iglesia de Santa
Catalina de Siena, en la manzana delimitada por las calles San Martín, Viamonte, Reconquista y la Avenida Córdoba, en el barrio de Retiro de la ciudad de Buenos Aires, fue el primer monasterio para mujeres de la dicha ciudad, uno de los más
antiguos y prestigiosos en la etapa colonial de Buenos Aires, y muy vinculado a la historia del país.
A
principios del siglo XVIII se impulsó en la ciudad la
construcción de conventos. Así, por Real Cédula del 27 de octubre de 1717 el presbítero Doctor
Dionisio de Torres Briceño obtuvo del Rey Felipe V de España la autorización para
fundar un convento de
Monjas Dominicas. Las también llamadas Monjas Catalinas pertenecen a la Segunda Orden
Dominicana (la Primera Orden es la de los Padres Dominicos o
Frailes Predicadores, fundada por Santo Domingo de Guzmán a principios
del siglo XIII).
Briceño
decidió emplazar frente al Hospital del Rey, en la esquina de las actuales
calles Defensa y México. En 1727, tras adquirir varios solares, se dio inicio a las obras
de construcción sobre planos del hermano jesuita Juan Bautista Prímoli y del
prestigioso arquitecto italiano Andrés Bianchi, también jesuita. Al poco
tiempo, el 24 de abril de 1729 falleció Briceño por lo que las obras fueron
paralizadas, situación que se mantuvo por varios años ante la falta de
financiamiento y las dudas del Gobernador Bruno Mauricio de Zabala y el Obispo
Fray Juan de Arregui respecto de su
ubicación.
El
sucesor de Zabala, brigadier Miguel de
Salcedo, en 1737 llamó a licitación para continuar la obra, que fue
concedida a Juan de Narbona,
importante comerciante aragonés (alarife, proveedor de cal) y constructor del
convento de Recoletos. Narbona solicitó el cambio de ubicación aduciendo que la
elegida se encontraba en una parte baja de la ciudad, en extremo transitada,
que las paredes levantadas eran débiles para soportar mayores cargas y que la
superficie planeada era escasa. Propuso retomar las obras en un nuevo terreno,
una manzana completa conocida como "la Manzana del Campanero",
propiedad de la familia Cueli, en el barrio del Retiro, a siete cuadras de la Plaza Mayor,
con frente a la calle de la Catedral. Era un barrio
más seguro, de mayor altura, vista al río de la Plata y, siendo cercano al
centro, estaba más aislado del trajín de las calles principales
El acceso central a la iglesia, con arco de medio punto que está enmarcado por dos pares de pilastras toscanas,
está rematado por un frontis de
estilo clásico. El presbiterio es de forma rectangular y tiene una cúpula baja. La única torre se ubica sobre el lado izquierdo del
edificio. El interior es de una sola nave. A la izquierda del presbiterio una gran
abertura enrejada comunica con el coro bajo. Sobre el nártex se encuentra el coro alto del que
parten galerías perimetrales con óculos.
A través de éstos y de la reja del coro bajo, las monjas participaban de las
ceremonias religiosas sin ser vistas. Las fachadas del convento y de la iglesia
fueron modificadas en 1910, según planos del
arquitecto Juan A. Buschiazzo, perdiendo en gran medida su austeridad original.
En la modificación de 1910 se colocaron los vitrales y la imagen de Santa Catalina de Siena que corona el frontis. Los altares datan del siglo XVIII y principios del siglo XIX.
El retablo mayor es de 1776, de madera tallada, dorada
y policromada, de 12 m de altura y fue tallado por el artista
español Isidro Lorea.
El
convento, adosado al flanco izquierdo de la iglesia, fue construido
íntegramente de ladrillo y cal. Está compuesto por dos plantas dominadas por
dos claustros,
uno alto y otro bajo, con celdas para alojar cuarenta monjas conventuales. El
convento está dispuesto alrededor de un patio con galerías abovedadas. En la
planta alta, además de las celdas, se encuentra una pequeña habitación de
planta cuadrada, cubierta con una cúpula con linterna, que se comunica visualmente con
el presbiterio de la iglesia y era conocida como la capilla del noviciado.
La Iglesia de Santa Catalina de Siena, en San Martín
esquina Viamonte, fue declarada Monumento Histórico Nacional por Decreto
120.412 del 21 de mayo de 1942, mientras
que el Monasterio recibió similar distinción por Decreto 369 del 18 de febrero
de 1975.
No hay comentarios:
Publicar un comentario