sábado, 23 de abril de 2016

Hotel de Inmigrantes, parte del sueño de "hacer la América"

El Hotel de Inmigrantes fue construido para recibir, prestar servicios, alojar y distribuir a los miles de inmigrantes que, procedentes de todo el mundo, arribaban a nuestro país. 

El complejo estaba conformado por diversos pabellones destinados al desembarco, colocación, administración, atención médica, servicios, alojamiento y traslado de los inmigrantes.
Un conjunto de edificios, como una ciudadela.

Se comenzó a construir en el año 1906, por la empresa Udina y Mosca, según proyecto del Ministerio de Obras Públicas.

En 1990, durante la gestión del Presidente Carlos Saúl Menem, por Decreto n° 2402, fue declarado Monumento Histórico Nacional.

La construcción se llevó a cabo siguiendo el orden que la necesidad demandaba

En primer lugar el desembarcadero, luego la oficina de trabajo, la dirección, el hospital, y por último el hotel.
Mientras se llevaban a cabo las obras, los inmigrantes comían y dormían en lo que había sido el panorama de Retiro, conocido como la "Rotonda", a pocas cuadras de la nueva edificación

De esta forma, los inmigrantes, una vez desembarcados, se iban caminando hasta allí, donde eran alojados.
Cada uno de estos edificios cumplió una función determinante en la organización general de las tareas vinculadas a la inmigración:


DESEMBARCADERO

El acto de desembarco consistía en el abordaje de una junta de visita a cada barco que llegaba, a fin de constatar la documentación exigida a los inmigrantes, de acuerdo a las normas, y permitir o no su desembarco.
El control sanitario también se realizaba a bordo, por un médico asignado a ese fin. La legislación prohibía el ingreso de inmigrantes afectados de enfermedades contagiosas, inválidos, dementes o sexagenarios.

La revisión de los equipajes se llevaba a cabo en uno de los galpones del desembarcadero destinado a ese fin.

HOTEL

Se trata de una construcción de cuatro pisos, de hormigón armado, con un sistema de losas, vigas y columnas de ritmo uniforme, que dio como resultado espacios amplios dispuestos a ambos lados de un corredor central. Integramente pintado de blanco, se acentuaba en todos los ámbitos la sensación de amplitud y luminosidad.

En la planta baja el comedor, con grandes ventanales hacia el jardín, la cocina y las dependencias auxiliares.
En los pisos superiores los dormitorios.

Había cuatro dormitorios por piso, con una capacidad para doscientas cincuenta personas cada uno, lo que significa que en el hotel podían dormir tres mil personas.

A los inmigrantes los despertaban las celadoras, muy temprano. El desayuno consistía en café con leche, mate cocido y pan horneado en la panadería del hotel.
Durante la mañana, las mujeres se dedicaban a los quehaceres domésticos, como el lavado de la ropa en los lavaderos, o el cuidado de los niños, mientras los hombres gestionaban su colocación en la oficina de trabajo.

Se habían dispuesto turnos de almuerzo de hasta mil personas cada uno. Al toque de una campana, los inmigrantes se agrupaban en la entrada del comedor, donde un cocinero les repartía las vituallas. Luego ellos se instalaban a lo largo de las mesas a esperar su almuerzo. Este consistía, generalmente, en un plato de sopa abundante, y guiso con carne, puchero, pastas, arroz o estofado.

A las tres de la tarde a los niños se les daba la merienda. A partir de las seis comenzaban los turnos para la cena, y desde las siete quedaban abiertos los dormitorios.
Cuando ellos llegaban al hotel, se les entregaba un número que les servía para entrar y salir libremente, y conocer de a poco la ciudad.

El alojamiento, gratuito, era por cinco días, por "Reglamento", pero generalmente se extendia por caso de enfermedad o de no haber conseguido un empleo.

Ph: Pablo Corrales

















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