En 1891 Jacinto Peralta
Ramos (uno de los hijos de Patricio Peralta Ramos junto con su esposa Doña
Matilde Martínez Baya) legaron con sus hijos tierras en la ciudad. Es entonces
cuando decide formar un pueblo como extensión de Mar del Plata en tierras de su
propiedad al cual llamó: “Cabo Corrientes” y luego “Pueblo Peralta Ramos”.
Dicho pueblo abarcaba desde la Av. Juan B. Justo (treinta cuadras hacia el sur
y desde el mar hasta próxima a la actual Ruta 88. Algunos de los terrenos
fueron vendidos y sus nuevos propietarios se dedicaron a la explotación
agraria.
Pero cuando Jacinto fallece el
12 de octubre de 1929, uno de sus hijos -Arturo Peralta Ramos- (nacido en 1877)
se hace poseedor, entre esas tierras, de una fracción en block de unas 450
hectáreas. Parte de esas tierras, constituyen en la actualidad el “Bosque de
Peralta Ramos”. En julio de 1949 fallece Arturo a los 72 años, dejando intacta
la tierra transmitida sucesivamente desde su abuelo. Sus herederos fueron sus
cuatro hijos: Arturo Jacinto; Héctor; Ricardo y Hernán Peralta Ramos.
La propiedad referida fue
explotada a través de las sociedades ARPERA S.R.L. y AUCA S.A., constituidas en
1949 y 1952, respectivamente, que hasta ese momento eran empresas dedicadas a
los cultivos por la zona, que eran tradicionalmente trigo, papa y tambos hasta
el año 1952. El Ingeniero agrónomo Héctor Peralta Ramos contrató la
diagramación del proyecto de forestación para el primer fraccionamiento de algo
más de 50 hectáreas y su posterior expansión al resto de la propiedad.
Su idea original era la
explotación de esta plantación para la industria maderera. Pero a partir de esa
fecha (1952) se consideró la conveniencia de capitalizar las tierras
forestándolas para brindar, en esa época, un nuevo tipo de urbanización más
rentable y mucho más atractiva para los futuros moradores que los típicos
loteos de manzanas regulares vacías o, en el mejor de los casos, con líneas
perimetrales de ligustros o eucaliptos. Se contrataron los servicios de los
profesionales Carlos Franchi y Luis Lorenzi, de Mar del Plata, para forestar
con cerca de un millón de plantas de distintas variedades de pinos, cipreses,
eucaliptos, aromos y acacias.
Las tareas de forestación llevaron cerca de 10 años, para lo que hubo que montar la estructura de vivero, riego, viviendas del personal y la lucha contra las típicas plagas de una forestación: la sequía, el cuis, la liebre, la hormiga y el fuego. Asimismo se construyeron una Administración, depósitos de agua, casas de té, una hostería y bungalows, un supermercado, cámaras de frío y lavadero industrial y un aserradero totalmente equipado.
Se adquirieron las maquinarias
necesarias para pavimentar todas las calles principales, para lo cual se abrió
una cantera de piedra totalmente montada, que funcionó hasta que se discontinuó
el mantenimiento gratuito de los mismos. De igual manera se donaron las
instalaciones de alumbrado que actualmente existen y se proveyó sin cargo
el servicio de corte de pasto, limpieza, retiro de residuos y vigilancia. Por
su propia naturaleza, todos estos servicios fueron absorbidos por el sector
público, presentando el aspecto que hoy se observa. Se realizaron obras de
infraestructura básica como el tendido de una red de agua, varios pozos de
bombeo, un cañadón que recoge y canaliza el agua de lluvia, que desemboca en el
arroyo Corrientes y es cruzado por puentes que dan a la zona un particular
encanto.
Para lograr la financiación
propia de este emprendimiento, las sociedades se desprendieron de otros
activos, como las fracciones que se conocen como Las Colinas de Peralta Ramos;
Pueblo Peralta Ramos; El Castillo; Playa Serena, etc. Lo hicieron mediante
loteos efectuados por firmas inmobiliarias de entonces. El ingeniero agrónomo
Héctor Peralta Ramos contrató la diagramación del proyecto de forestación para
el primer fraccionamiento de algo más de 50 hectáreas y su posterior expansión
al resto de la propiedad. Su idea original era la explotación de esta
plantación para la industria maderera. Pero a partir de 1952 se consideró la
conveniencia de capitalizar las tierras forestándolas para brindar un nuevo
tipo de urbanización más rentable y mucho más atractiva para los futuros
moradores que los típicos loteos de manzanas regulares vacías o, en el mejor de
los casos, con líneas perimetrales de ligustros o eucaliptos. Se contrataron
los servicios de los profesionales Carlos Franchi y Luis Lorenzi, de Mar del
Plata, para forestar con cerca de 1.000.000 de plantas de distintas variedades
de pino, cipreses, eucaliptos, aromos, acacias, etc.
Las tareas de forestación
llevaron cerca de 10 años, para lo que hubo que montar la estructura de vivero,
riego, viviendas del personal y la lucha contra las típicas plagas de una
forestación: la sequía, el cuis, la liebre, la hormiga y el fuego. Se
adquirieron las maquinarias necesarias para pavimentar todas las calles
principales para lo cual se abrió una cantera de piedra que funcionó hasta que
se discontinuó el mantenimiento gratuito de las mismas. De igual manera se
donaron las instalaciones de alumbrado que actualmente existen y se proveyó sin
cargo el servicio de corte de pasto, limpieza, retiro de residuos y vigilancia.
Por su propia naturaleza, todos estos servicios fueron absorbidos por el sector
público, presentando el aspecto que hoy se observa.
Se realizaron obras de infraestructura básica como el tendido de una red de agua, varios pozos de bombeo, un cañadón que recoge y canaliza el agua de lluvia, que desemboca en el arroyo Corrientes y es cruzado por cinco puentes que dan a la zona un particular encanto. Así nace el Bosque de Peralta Ramos. El Bosque tuvo cuatro fraccionamientos para su venta, que fueron efectuados en los años 1960, 1962, 1967 y 1968. Por eso se le llama Segundo Loteo o Nuevo Bosque al sector donde circula esta arteria. Una de las calles del bosque es Doña María Gertrudis Carboni Echabri de Peralta Ramos, esposa de Don Arturo Peralta Ramos y Martínez Bayá.
Se realizaron obras de infraestructura básica como el tendido de una red de agua, varios pozos de bombeo, un cañadón que recoge y canaliza el agua de lluvia, que desemboca en el arroyo Corrientes y es cruzado por cinco puentes que dan a la zona un particular encanto. Así nace el Bosque de Peralta Ramos. El Bosque tuvo cuatro fraccionamientos para su venta, que fueron efectuados en los años 1960, 1962, 1967 y 1968. Por eso se le llama Segundo Loteo o Nuevo Bosque al sector donde circula esta arteria. Una de las calles del bosque es Doña María Gertrudis Carboni Echabri de Peralta Ramos, esposa de Don Arturo Peralta Ramos y Martínez Bayá.
En el momento de la primera
forestación del Bosque (1952) la idea principal fue la de su utilización para
la industria maderera. Debido a esto, la zona carecía de
cualquier tipo de servicio básico municipal;
esto sumado a su lejanía con la ciudad, daban al Bosque el aspecto de agreste e
inhóspito. Luego cuando el Ingeniero agrónomo Héctor Peralta Ramos
vio la posibilidad de convertir al Bosque en un espacio residencial comenzaron
a llegar los primeros servicios. El agua, por ejemplo, venia en
camiones y se depositaba en las cisternas
que tenían las primeras casas,
y mediante una bomba se llenaba
el tanque de cada vivienda. La luz eléctrica se limitaba a ciertos
sectores del Bosque y obviamente no había gas natural sino que
se consumía el gas envasado en garrafa
Ph: Pablo Corrales
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