domingo, 31 de julio de 2016

La Catedral Metropolitana, arte, historia y muchos derrumbes

La Catedral Metropolitana o Catedral de la ciudad de Buenos Aires, se inició en el mismo momento en que Juan de Garay “fundó” la ciudad pero, como tantas cosas en la Argentina, nunca se terminó, al menos como fue planeada. Se levantó seis veces.

Se construyó la iglesia de adobe y madera y con esa precariedad, en 1605 tuvieron que mudarla a la Iglesia de San Francisco. Hernandarias la mandó demoler, siempre en el mismo lugar donde se encuentra actualmente, es decir, en el lado noroeste de la Plaza de Mayo.
En 1618 se cae sola, se derrumba y se envían a buscar maderas nuevas al Paraguay.

Sin considerar las primeras edificaciones precarias, remontándonos a Mendoza y Garay, seis veces la Catedral, considerada hoy de estilo neoclásico, se derrumbó o debieron tirarla abajo. Finalmente fue declarada Monumento Histórico Nacional, en mayo de 1942.
Situada en la esquina de Rivadavia y San Martín, la Catedral pertenece ahora al barrio de San Nicolás y se considera un de las más importantes obras arquitectónicas de la época de la Colonia.

En 1680, por su estado nuevamente calamitoso, es necesario derrumbar el templo.
La situación no cambia demasiado en 1693 cuando se reinician las obras.
"Sin adorno  ni retablo  pues  tiene  el  altar mayor  un  sagrario  sin colgaduras y pocos  ornamentos"  le escribe al Rey, en1678, el nuevo prelado, Antonio de Azcona Imberto, pidiéndole 12.000 pesos para arreglos.

Llegan los fondos y continúan las obras, pero con la misma suerte: el techo se desplomó, cayó y destruyó el retablo del altar mayor y fue necesario demoler la torre.
Recién en 1690 la iglesia contaba con  sus tres naves pero faltaban detalles y terminar el interior como elevar la torre. Faltaba, también, dinero, se pidieron donaciones y limosnas en abundancia aunque 10 años después aún no se había terminado, lo que fue la tercera Catedral.

Llegamos a 1722, con otro peligro de derrumbe. El obispo, moribundo, le pide urgente ayuda al Cabildo que demora dos años para darle nuevo impulso. La obra la apura el arcediano Marcos Rodríguez de Figueroa: consigue un préstamo, pide limosnas y hasta pone sus ahorros. Así termina las torres, arregla el pórtico y las naves y consigue 5000 pesos, ya en 1725,  cuya donación se atribuye a  Tomás Trupp,  para las campanas. Se trata de la cuarta Catedral.

La quinta Catedral se eleva con impulso del Cabildo y el nuevo vicario Bernardino Verdún de Villaysán. Se alarga el presbiterio, ensanchan la mesa del altar mayor y demás complementos e instalaciones. Agustín de García, donó 500 pesos para el dorado y pintura al óleo del coro principal.

Cuando se derrumba, en 1752, solo quedan las torres y el frente que había diseñado el arquitecto Andrés Blanqui en 1727.
El nuevo diseño se le encarga al arquitecto Antonio Masella. En 1751 interviene Masella, profesional que había llegado al país, desde Turin, en 1744, autor de los planos de la Catedral Metropolitana. Catelin diseñó el pórtico neoclásico “dodecástigo de orden jónico” que se ve actualmente.

Llegamos a 1822, cuando interviene otro arquitecto, Próspero Catelin. Aun así, podemos sentarnos en la Plaza de Mayo, bien cerca del Cabildo y observar que nunca se concluyó el edificio tal como se pensó y quedó, como se aprecia, sin simetría. Así, La Catedral tuvo fachada sin interior durante 26 años y luego pasó 44 años sin fachada. 

La planta que proyectó Masella tiene 3 naves, capillas laterales y se destaca la cúpula que planificó el arquitecto Álvarez de Rocha en 1770. 
Otro detalle de importancia es la ornamentación del frente que realizó José Dubordieu entre 1860 y 1863, que representa el rencuentro de Jacob con su hijo José. Exactamente el lugar donde se aprecia es el “frontispicio”.
El altar Mayor es una de las obras de arte que realizó Isidro de Lorea (una plaza porteña lleva su nombre), como las imágenes de la Virgen de los Dolores, el Santo Cristo de Buenos Aires y los asientos cercanos al altar.
Allí está el Mausoleo con los restos del general José de San Martín, de autoría del escultor Albert Carrier-Belleuse.

La sexta. También fue en mayo, el 23 de 1752, cuando vuelve a derrumbarse una parte del edificio. El gobernador José de Andonaegui pasa el parte diciendo que se habían caído "las tres bóvedas de iguales naves". El obispo, don Cayetano Marcellano y Agramont es el encargado de trasmitirle al rey que fue necesario "derribarla enteramente por la poca firmeza de las paredes que han quedado y empezar su fábrica desde los cimientos con más solidez y extensión que los de la antigua, que por su cortedad no parecía Catedral".
Transcurren tres años y sin autorización el obispo con apoyo del Cabildo Eclesiástico empieza los trabajos con los planos de Masella. La nueva Catedral sería de cruz latina, con tres naves y seis capillas laterales a ambas.

En 1758 se inaugura la nave de San Pedro, a la derecha de la puerta de entrada y  el nuevo bautisterio.
Otra vez, en  1770, aparecen grietas en la cúpula y fue necesaria su demolición. Sin fondos, se suspenden las obras a los 7 años  y en 1778 se demuele el pórtico porque estaba fuera de proporciones y lo mismo ocurre con las torres por no respetar el estilo, aunque finalmente la Catedral muestra distintas épocas y concepciones del arte arquitectónico.
La historia sigue hasta que en 1804 aún le faltaba el frontis y las torres.
Después de 1810 cambia la historia, la del país y de la Catedral también. Sin embargo recién con el impulso del ministro Bernardino Rivadavia, se  pone empeño en concluir la obra y en 1822 comienzan por el frontis.
Las doce columnas, que representan los doce apóstoles, se concluyeron en 1823, aunque sin capiteles, pero recién se revocan en 1862 cuando Dubordieu realizó las esculturas. Las columnas son de orden corintio.
En 1856 una ley impone la construcción de la Curia Eclesiástica, proyectada por Pedro Fossati en estilo italianizante y se edificó en el terreno lindante hacia el este, dejando el espacio del camposanto de por medio. Tenía planta baja y dos pisos y su interior estaba organizado alrededor de un patio central. Lo habilitan en 1862. La Curia fue incendiada el 16 de junio de 1955.
La última gran refacción fue en 1994, dirigida por el arquitecto Norberto Silva e inaugurada el,  13 de octubre de 1999. El arzobispo Jorge Bergoglio ofreció una misa especial.
En la biblioteca digital de la UCA hay un trabajo escrito por Jorge Manuel Santas, que por la rigurosidad con la cual indica las fuentes merece destacar su relato sobre EL RETABLO MAYOR DE LA IGLESIA  DE BUENOS AIRES

Esculturas 

Sobre la Catedral, además, señala la Comisión Nacional de Museos y Monumentos en un trabajo de Oscar Andrés De Masi, que "en el lenguaje coloquial de la Gran Aldea, como señala J. A. Wilde, era sinónimo de tarea inconclusa. Luego que lo tuvo, aquel carecía de decoración.
Se encargó el relieve ornamental para el tímpano del frontón, al escultor francés Joseph Dubourdieu, quien ya en 1856, acompañando las reformas de Prilidiano Pueyrredon, había realizado la estatua que corona la Pirámide de Mayo (mal llamada la “Libertad” o “República”, cuando se trata de “Bellona”, una diosa romana de la guerra). Dubourdieu había ejecutado, también, cuatro figuras alegóricas (comercioagriculturaciencias y artes), en cemento, que fueron colocadas en los ángulos de la Pirámide.  Fueron retiradas y reemplazadas, en 1875, por cuatro piezas de mármol provenientes del Banco de la Provincia y que hoy lucen en la plazuela frente a la Iglesia de San Francisco, en la calle Alsina.
Para la Catedral, el escultor eligió el relato bíblico del encuentro del patriarca Jacob con su hijo José, traicionado por sus hermanos y hecho esclavo, y luego devenido en visir de Egipto. La connotación era obvia: Buenos Aires, la hermana próspera y segregada, se reconciliaba con la Confederación Argentina en fraterno pacto de unión (San José de Flores, 1859).
La obra de Dubourdieu fue aprobada en 1860 y concluyó en 1863. Fue muy apreciada por la crítica contemporánea, tanto por su mérito artístico como por el impacto de su simbolismo, tan expresivo del cese de las luchas civiles entre Buenos Aires y la Confederación.
Ciertamente, en una ciudad prácticamente vacía de monumentos conmemorativos y artísticos, debió llamar la atención. M. G. y E. T. Mulhall, en su “Manual de las  Repúblicas del Plata” (edición castellana de 1876) la mencionan, aunque omiten el nombre del autor y, correctamente, la tipifican como “alto-relieve”. 
Esta observación de los directores del Standard es interesante por cuanto pudieron disponer de información contemporánea a la aplicación de las esculturas, que, en su conjunto, suelen llamarse erróneamente “bajorrelieve”.

in embargo, el contrato que firmó Dubourdieu con el Gobierno del Estado de Buenos Aires (informe del Ministro de Gobierno, D. F. Sarmiento, al Gobernador Mitre, del 20 de diciembre de 1860),  se hablaba de “bajosrelieves” (sic), cuyo modelo definitivo debía seleccionar el gobierno. 
Se aclaraba, también, que los materiales para la hechura de las figuras serían “ladrillos fuerte y sólidamente ligados al muro con hierros y éstos en cantidad suficiente para que el todo no forme sino un cuerpo y no sufra movimiento alguno”.
El costo total de los trabajos ornamentales (que incluían los doce capiteles corintios, cornisas y friso) ascendió a $ 300 mil moneda corriente, librándose un anticipo de $ 25 mil a favor del escultor contratista.
Dubourdieu habría concluído los trabajos ya avanzado el año 1863.  La autoría del artista francés ha quedado documentalmente demostrada con el hallazgo del expediente contractual en el Archivo General de la Nación, por mérito de mi recordado amigo Alberto de Paula. El documento vino a confirmar la versión ya establecida y que tuvo sus contradictores, afirmando, por ejemplo, que las figuras las había realizado ¡un preso de la Policía! 
Cabe agregar que, por aquéllos años, el Gobernador Mitre ponía las bases de otro monumento vinculado a la concordia nacional: el templo de la Virgen de la Paz en las Lomas de Zamora.
Alberto S. J. de Paula comentó la utilización de esta escena bíblica en la Catedral del siguiente modo:
El relato bíblico está contenido en el capítulo 45 del Génesis, la comparación entre hermandad de las doce tribus de Israel y la unión de las catorce provincias argentinas, surge de una relación entre la historia sagrada y la profana que es coherente con el doble rol del monumento, pues si por su antigüedad y jerarquía, la Catedral de Buenos Aires es el templo con mayor significación en el orden eclesiástico, también su emplazamiento, su historia y su mérito arquitectónico le confieren un alto valor emblemático en el patrimonio civil. "

Recorrido virtual en el sitio oficial de La Catedral http://www.catedralbuenosaires.org.ar/

En 1997, se encontró en La Catedral, una capilla desconocida, hallazgo que el diario La Nación contó de esta manera

Inesperado hallazgo en la Catedral

En la antigua iglesia metropolitana, en plena restauración, se encontró una capilla desconocida

Jueves 30 de enero de 1997 | Publicado en edición impresa 
se trabajó en la recuperación del retablo mayor, lo cual condujo al sorpresivo descubrimiento de una capilla del templo original. Con una inversión total de 3.700.000 pesos, y más de dos años de trabajo, la restauración es la mayor obra que se haya realizado en la Catedral desde 1899, cuando el pintor Francisco Parisi le imprimió al templo un marcado estilo renacentista italiano.
El estudio Casano Zubillaga PoliArquitectos, está a cargo de la dirección

Detrás del retablo

El arquitecto Juan Carlos Poli contó a La Nación el momento del hallazgo: "Cuando corrimos los tres retablos principales, el mayor, el de Nuestra Señora de los Dolores y el de San Pedro, porque había que realizar trabajos de restauración en el muro, descubrimos, con sorpresa, que el retablo del altar mayor había sido proyectado en 1774 para ser rodeable y no pegado contra el muro testero. "Al retirar el retablo mayor, descubrimos que el muro tenía una pared que lo tapiaba, detrás de ella encontramos una gran capilla, que va a quedar como fue proyectada originalmente".
La capilla que apareció, casi mágicamente, detrás del retablo, no es otra cosa que la original catedral colonial, que contrasta con el estilo renacentista que impera en el resto del templo.
La estructura del arco y las dos pilastras triangulares que lo sostienen, hasta ahora ocultos por el muro testero, "es exactamente igual a la que presenta la capilla de Belén, en el barrio de San Telmo, construida en 1754 por el arquitecto saboyano Antonio Masella, que también llevó adelante el proyecto de la catedral metropolitana.
Junto con el corrimiento del retablo mayor, no sólo apareció el diseño original de la catedral de Buenos Aires; también volvió a ver la luz, luego de 138 años, la contrafachada del mencionado retablo. "
Cuando apenas comenzaba a alzarse la iglesia, se enviaron los planos para ser aprobados a España. En tanto se esperaba una respuesta, los constructores decidieron que la marcha de la obra tomara otros rumbos, pero nadie se preocupó en modificar los planos. La iglesia fue diferente a lo previsto; los documentos, en cambio, permanecieron inalterables, fieles a sí

Ph: Pablo Corrales


















miércoles, 27 de julio de 2016

La "Vieja" Terminal de Ómnibus de Mar del Plata, de patrimonio cultural a paseo de compras


La historia de la vieja terminal de ómnibus marplatense comenzó el 26 de septiembre de 1886, cuando el entonces gobernador bonaerense, Dardo Rocha, autorizó la extensión de la línea ferroviaria que unía Plaza Constitución con Maipú. Esto significa que el primer destino del edificio de la terminal fue pertenecer al Ferrocarril Sud. La estación, que se llamó Sur, fue inaugurada el 1º de diciembre de 1910, una vez que finalizaron los trabajos para extender el ramal ferroviario. Recién se convirtió en terminal de ómnibus en 1950, cuando la estación del ferrocarril se trasladó hasta su actual emplazamiento, sobre la avenida Pedro Luro, hoy pegada a la nueva terminal de ómnibus.

El arquitecto Jules Dormal, creador del edificio de la vieja terminal, fue el mismo que concluyó las obras del Teatro Colón, luego de la muerte de Vittorio Meano, su hacedor original, quien fue asesinado por su ex mayordomo Juan Passera, presunto amante de su mujer, Luisa Meano. Dormal participó de otras grandes obras en Buenos Aires, entre ellas la construcción del Congreso nacional y coronó su trayectoria en la ciudad de Mar del Plata con la vieja terminal.

Luego de varios años cerrada, el 29 de octubre junto a la vieja terminal de obnibus se inauguró el “Paseo Aldrey” monumental paseo de compras.

Federico Polleri, del Blog “Ajo, periodismo de largo aliento” se refería a las irregularidades en la concesión al empresario Aldrey Iglesias.

Link: http://www.revistaajo.com.ar/notas/4176-bienvenidos-al-paseo-aldrey.html

Ph: Pablo Corrales










lunes, 25 de julio de 2016

Los "olvidados" de la 9 de Julio-Segunda parte

Nueva entrega de "los olvidados de la 9 de Julio" para seguir conociendo la historia de aquellos monumentos que a diario cruzamos pero que también ignoramos.




El mayor Luis Jorge Fontana tuvo una importante trayectoria como militar y como naturalista, una doble identidad que le generó más de un conflicto interior. Su vida transcurrió en Chaco, Formosa, San Juan y Chubut, los territorios donde cimentó su carrera y profundizó cambios que eran impensados en la Argentina del siglo XIX. Si bien en Buenos Aires pocos lo conocen, Fontana fue el fundador de la ciudad de Formosa, el primer gobernador de Chubut –poco tiempo después del genocidio de Julio Argentino Roca–, tuvo contactos con pueblos originarios del Chaco y, en el ocaso de su carrera militar, realizó una obra importante en San Juan. Su período de actividad está comprendido entre 1879 y 1910. Su busto se encuentra en México y 9 de Julio.


En México y 9 de Julio también encontramos esta estatua. No sabemos de quien se trata ya que la placa fue robada y jamás fue repuesta por el gobierno de la Ciudad.



El Quijote de la Mancha, obra cumbre de Miguel de Cervantes. Su majestuosa estatua la encontramos en Avenida de Mayo y 9 de Julio. En 1980 Buenos Aires cumplió cuatrocientos años (1580-1980); en esa oportunidad el gobierno de España donó un monumento al Quijote cuyo autor es Andrés Tena y que fue inaugurado por la Reina Sofía de España. Hoy ni una placa queda para recordar de porque esta semejante obra en plena  intersección de dos de las avenidas más importantes de la ciudad. 



La fuente decorativa francesa en Avenida de Mayo y 9 de julio es testigo de muchos hechos históricos. Una vez concluida la demolicíon de la Aduana de Taylor en 1894,  se procedió a embellecer la zona que funcionaría como entrada a la Casa Rosada desde el puerto nuevo (Puerto Madero). Las obras abarcaban desde la edificación de una fachada monumental para el Palacio de Gobierno (frente este) y la parquización del terreno donde se levantaba la antigua aduana, hasta la construcción de una gran explanada que conduciría hacia una inmensa fuente de hierro fundido. Esta última, fue encargada a la casa Val D’ Osne de París y proyectada por los artistas Marthurin Moreau y Paul Liénard, quienes diseñaron una magnífica fuente de mas de 12 metros de altura, decorada con Neptunos, Náyades, niños, mascarones, volutas y cartelas, conformando todo el conjunto un inmenso grupo escultórico. En la década de 1920, la fuente se desarmó para levantar en su lugar el monumento a Cristobal Colón. Se  guardaron sus partes en los depósitos de la ciudad, y luego  fueron emplazadas,separadas,  en diversos barrios de la capital. El sector superior (remarcado en rojo) fue trasladado primero al Balneario Municipal y luego a su ubicación actual. 






lunes, 18 de julio de 2016

Mar del Plata, desde el mar

"La Feliz" es la ciudad que eligen miles y miles de personas cada verano para pasar sus vacaciones. Sus playas, pero también su arquitectura, paseos y aguas hacen la delicia de los que la elijen año a año.

Este es un recorrido fotográfico por Mar del Plata, desde el mar

Ph: Pablo Corrales









domingo, 3 de julio de 2016

La Usina del Arte, imponente construcción en La Boca

En los albores del siglo XX Buenos Aires comenzó a delinear el perfil industrial que durante casi 100 años caracterizaría a los barrios aledaños al puerto. Fue allí, en el núcleo fabril de La Boca, donde se decidió emplazar el edificio que albergaría a la Ítalo Argentina de Electricidad, un “palacio de la luz”, acorde a la nueva estética industrial de la época, capaz de satisfacer la creciente demanda de energía de la ciudad. El trabajo fue encargado al arquitecto Giovanni Chiogna, un italiano de Trento con influencias neorrenacentistas y florentinas del norte de su país.
El edificio, ubicado entre la Av. Pedro de Mendoza y la calle Senguel (Benito Pérez Galdós desde 1920), comenzó a construirse a fines de mayo de 1914 con un diseño con reminiscencias a un palacio florentino, estilo dominante en las construcciones de iglesias y fábricas de la época. Desde sus orígenes, la Usina marcó un hito en el paisaje urbano: en el pasado, por su escala y monumentalidad (con una superficie total de 7.500m2) potenciada en un entorno desolado,  y en el presente, por su calidad, singularidad y color.
Su construcción fue por etapas. La primera fue la del cuerpo edilicio de Pedro de Mendoza y Pérez Galdós, inaugurado en 1916, un edificio rectangular con basamento de piedra gris, muro de ladrillos con ornamentos pétreos y ventanas uniformes, que encerraba dos grandes naves paralelas -una para calderas (el actual auditorio sinfónico) y la otra para turbinas (hoy, Nave Mayor)- y otros dos cuerpo paralelos para servicios auxiliares y oficinas. En su exterior, el edificio aparentaba tres niveles: planta baja, planta principal y altillo. El prisma se quebraba en las esquinas del edificio, en una de las cuales se elevaba una torre almenada, y en la otra se hallaba la ochava del acceso.
Ya en 1916 y en 1919 se habían efectuado algunas ampliaciones al edificio original, pero fue en dos etapas posteriores de crecimiento que la Usina alcanzó su forma final: la construcción de un segundo edificio, más angosto y pequeño que el primero, con una torre con techo de tejas a cuatro aguas, separado del original por medio de una calle interior, y la prolongación de la nave de generación hasta la calle Caffarena. Así, en la esquina con Pedro de Mendoza, quedó conformada como un gran atrio de acceso, un “patio de honor”, con una magnífica torre-reloj y una escalera artística desde el suelo hasta el primer nivel, que datan de 1926. La calidad de la obra se acrecienta con los detalles: las fachadas internas, revestidas en piedra París, con basamento granito; las molduras y capiteles, hoy restauradas, de gran valor patrimonial, y los balcones del anexo Pedro de Mendoza, con sus barandas originales.
Pese a las dificultades causadas por la I Guerra Mundial, la empresa pudo llevar a cabo su proyecto cumpliendo un plan preciso y eficaz. Al inaugurarse la usina de Dársena Sur, la empresa ya poseía una red central, con 5 usinas de generación de corriente continua de 225 voltios que, al mismo tiempo, actuaban como sub-usinas de transformación y de reserva. El sistema de generación de cada usina estaba constituido  por una batería de motores de combustión interna (sistema Diesel) que accionaban las dínamos. Esa corriente era distribuida por medio de cables, abastecía a la red domiciliaria, suministraba alumbrado público y también proveía de flujo eléctrico al Puerto Madero. La nueva usina venía a ser no solo un crecimiento lógico del proyecto industrial, sino también la “nave insignia” de la compañía, su primera “catedral eléctrica”.  Y la obra maestra de Giovanni Chiogna.

Ph: Pablo Corrales