La estación Posadas del Ferrocarril “General Justo José de Urquiza” se encuentra estrechamente relacionada con la particular manera en que se desarrolló la historia colectiva de Misiones.
Además, como patrimonio arquitectónico en uso hasta hace poco tiempo, fue incorporado en su calidad edificada, un mundo de significaciones que con el desarrollo de los años la sociedad le fue donado.
El acostado de las vías férreas, se firmo un convenio con la Compañia de Clark, que se construyo en tramos, destancandose a la primera parte de Monte Caseros hasta Santo Tomé (1902) siguiendo la linea hasta concretarse la instalación de estación Apóstoles (1910).
El ramal Posadas culmina el 27 de diciembre de 1912, con la edificación de la obra de la estación.
En el caso de la estación de Posadas se construyó de primera condición especial, por el motivo de mucha concurrencia de pasajeros. Posadas era cabecera y culminaba en Apostoles como ultima ciudad en recorrer el tren.
El dibujo de la central misionera fue influenciado por el arquitecto Arturo Gancedo Castrillo y la edificacion de la misma se hizo por contrato con la empresa Vedetti Hermanos, la cual ellos llevó a cabo las obras del atrancadero de los ferrys boats.
Paralelamente a la finalización de la estación, se empezaba con la obra del ferry boat, cuya asistencia se habilitó el 19 de octubre de 1913, permitiendo el tráfico entre la estación Posadas y Encarnación, conectando el Ferrocarril del Nordeste Argentino con el Central de Paraguay, el cual fue también construido por la compañis anglo-chilena Clark
La Dirección General de Patrimonio y Sitios Históricos de la Secretaría de Estado de Cultura sostiene que la estación de trenes es paradigma del sitio urbano en el cual se halla ubicada; iniciándose en la plazoleta de Córdoba y Roque Sáenz Peña y se completa en un contexto arquitectónico singular, definiendo un sector de vistosa armonía entre la funcionalidad del conjunto y una modalidad de ocupación del espacio social posadeño.
La ubicación de los edificios y su diálogo con el entorno plantea que no solamente su uso estuvo determinado por el hecho de ser terminal ferroviaria, sino que se constituyó en un vértice de la vida social, como también se puede decir de la Bajada Vieja e el Cerro Pelón; conjuntamente con los cuales recorta una geografía ciudadana sumamente atractiva, propia de fines del siglo XIX y principios del XX.
El edificio central resguarda el estilo en su techura a dos aguas, en el trabajo ascéticamente artesanal de sus formas externas, en su configuración espacial interna. Se incorporan objetos identificatorios del concepto arquitectónico matriz, como la chimenea con estufa, la sala de espera y las oficinas. A ello se adicionan las galerías que componen el andén próximo a las vías.
Esta edificación principal de la estación se equilibra en un todo homogéneo, con los depósitos, talleres y tanque de agua.
El valor es fundamental, arquitectónico-cultaral, está dado por su función de parte insustituible de un medio de transporte que comunicó el territorio misionero con el país y la región.
Ese el lugar deonde habia encuentros y despedidas, de llantos y alegrías. Fue el soporte de comunicación entre los pueblos; que hoy la continuidad tramposa pretende ignorar, pero que inclaudicablemente está presente como disparador de la memoria, de los recuerdos, de la nostalgia de los habitantes de esta tierra misionera.