viernes, 2 de marzo de 2018

La estación de trenes de Bariloche: un paseo por la historia

Como un baúl cargado de recuerdos, la estación de trenes guarda los secretos de la bonanza de los ferrocarriles y de aquel lejano Bariloche que vivía en torno al tren. Tiene historias de despedidas y reencuentros y ahora concentra el movimiento de pasajeros los lunes, viernes y domingos, cuando una formación parte desde el andén.
Pero también muchos llegan a la estación como un paseo, para conocer el encanto de ese imponente edificio de piedras y techo de tejas negras que el año pasado fue declarado Patrimonio Histórico Nacional.
“La estación conserva los pisos, las puertas y el techo originales. Mucha gente viene a mirar el edificio porque hay pocos con este estado de conservación”, dijo Daniel Rodríguez, el jefe de la estación, que comenzó a trabajar en el 2000 en el Tren Patagónico de Bariloche (antes llamado Sefepa).
En la estructura se mantienen la galería amplia junto a las vías y los carteles que indicaban cada sala; sólo retiraron los saliveros de bronce y los bancos. Hay dos relojes, uno en la galería y otro en la fachada, que no funciona por falta de agujas.
La sala principal fue bautizada con el nombre de Germán Sopeña en “reconocimiento al periodista enamorado del ferrocarril y la Patagonia”, según reza la placa fechada en diciembre del 2002. Allí está intacta la boletería, con el mostrador de madera oscura y los barrales de bronce y, en el sector de encomiendas, todavía quedan carretas y antiguos canastos donde llevaban cargas.
El complejo de la estación tiene además tres viviendas, que antes estaban destinadas al jefe de estación, un auxiliar y un empleado, sumadas a otras casas que están dispersas a la vera de las vías.
También cuenta con el restaurante El Expreso, bajo el mando de Diego Crotto, que reactivó el espacio ambientado con objetos antiguos alusivos al ferrocarril y fotografías. El local de comidas abre de 8 a 24 todos los días con una variada carta, que incluye parrilla, y capacidad para setenta cubiertos.
El primer arribo
1934 Llegó la primera formación, luego de la construcción del puente férreo sobre el río Ñirihuau.

Ph: Pablo Corrales















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