Tierra de pueblos originarios y jesuitas, la Laguna de Los Padres
trasciende el enorme espejo de agua para dar paso a una reserva forestal que
cobija especies de animales y vegetales de todo tipo que ofrecen una paisaje
único a 12 kilómetros de Mar del Plata.
Casi 130 años antes de
la fecha oficial de fundación de la ciudad balnearia (10 de febrero de 1874),
el cura Tomas Falkner, que venía recorriendo la pampa con la tarea de fundar
misiones de la Compañía de Jesús al sur del Río Salado descubrió la laguna a la
que, cuentan los historiadores lugareños, describió como "una bella
esmeralda con forma de siete".
Por su puesto que no
fue la primera persona en verla: allí se encontraban pueblos originarios a los
que los españoles denominaron pampas o serranos (los puelches).
"Unos años
después Falkner decidió junto al Padre Cardiel que el lugar era propicio para
hacer una reducción debido a la gran cantidad de árboles que rodeaban la
laguna, lo que les garantizaba leña que se utilizaba para calentarse, para
cocinar, etc.", explicó Alberto Flügel, historiador y delegado diocesano
del lugar.
Y continuó: "Así
fue que el 13 de noviembre de 1746 los padres jesuitas clavaron la cruz y
comenzaron con la tarea evangelizadora a metros de la laguna que llamaron
`Reducción del Pilar` y permanecieron aquí hasta 1751".
Flügel, quien desde
hace 13 años se encuentra como responsable de este predio, detalló que
"luego de que ellos se retiraran durante más de 150 años no hubo registro
de que alguien volviera a este lugar, de hecho, la capilla y las casitas que
vemos hoy son reconstrucciones".
Hacia 1968 se inició
la reconstrucción de la reducción, a unos metros de donde había estado la
original, "según estimaciones que hemos realizado las construcciones
estaban donde hoy es la casa del guardaparque", comentó Flügel.
Pero además de
historia, la "Laguna de los Padres" tiene presente: se trata de un
espacio verde repleto de árboles en los que predominan cuatro especies: curro
(de hecho está la Reserva Provincial El Curral), chilca, saúco y tala, además
de un bosque de araucarias, que ofrecen un paisaje inigualable en la región.
La laguna en sí es un
enorme espejo de agua en el que se pesca pejerrey, tanto en la orilla como en
las embarcaciones; además de ser el escenario donde se practican deportes
acuáticos como remo, canotaje y windsurf.
Por la tarde, cuando
el sol cae sobre la laguna, se pueden compartir unos mates observando el
paisaje privilegiado desde los miradores.
Pero el predio también
cuenta con área de fogones, lo que da lugar a asados al aire libre para
disfrutar en familia sin ningún costo, ya que el acceso es totalmente gratuito.
A metros de la laguna
se encuentra también el Museo José Hernández, que funciona en el casco de lo
que fue la Estancia Laguna de los Padres, donde el escritor del Martín Fierro
pasó una larga estadía que, según los historiadores locales, le ha servido como
una de sus principales fuentes de inspiración para el libro clásico de la
literatura argentina.
En el Museo, abierto
de lunes a sábado de 9.30 a 12.30 y de 15.30 a 20 y los domingos de 15 a 20 con
una entrada de 12 pesos, se pueden apreciar dos muestras permanentes: una de la
historia de la región pampeana y otra de la historia de la Estancia de la
Laguna y Sierra de los Padres.
Muy cerca de allí hay
un monumento al Jinete Argentino y frente a éste un campo de doma con corral de
palo a pique, donde se realizan exhibiciones y actividades vinculadas a la
actividad.
La Laguna de los
Padres se encuentra sobre la ruta 226 (que une Mar del Plata con Balcarce), y
tiene tres accesos: uno en el kilómetro 12, que es el principal y conduce a la
Reducción del Pilar y a la Casa del Guardaparque; otro en el 13.5, que lleva
directo al Museo José Hernández y otro en 14.
Ph: Pablo Corrales