viernes, 28 de julio de 2017

Bosque Peralta Ramos, vivir entre la naturaleza

En 1891 Jacinto Peralta Ramos (uno de los hijos de Patricio Peralta Ramos junto con su esposa Doña Matilde Martínez Baya) legaron con sus hijos tierras en la ciudad. Es entonces cuando decide formar un pueblo como extensión de Mar del Plata en tierras de su propiedad al cual llamó: “Cabo Corrientes” y luego “Pueblo Peralta Ramos”. Dicho pueblo abarcaba desde la Av. Juan B. Justo (treinta cuadras hacia el sur y desde el mar hasta próxima a la actual Ruta 88. Algunos de los terrenos fueron vendidos y sus nuevos propietarios se dedicaron a la explotación agraria. 

Pero cuando Jacinto fallece el 12 de octubre de 1929, uno de sus hijos -Arturo Peralta Ramos- (nacido en 1877) se hace poseedor, entre esas tierras, de una fracción en block de unas 450 hectáreas. Parte de esas tierras, constituyen en la actualidad el “Bosque de Peralta Ramos”. En julio de 1949 fallece Arturo a los 72 años, dejando intacta la tierra transmitida sucesivamente desde su abuelo. Sus herederos fueron sus cuatro hijos: Arturo Jacinto; Héctor; Ricardo y Hernán Peralta Ramos.

La propiedad referida fue explotada a través de las sociedades ARPERA S.R.L. y AUCA S.A., constituidas en 1949 y 1952, respectivamente, que hasta ese momento eran empresas dedicadas a los cultivos por la zona, que eran tradicionalmente trigo, papa y tambos hasta el año 1952. El Ingeniero agrónomo Héctor Peralta Ramos contrató la diagramación del proyecto de forestación para el primer fraccionamiento de algo más de 50 hectáreas y su posterior expansión al resto de la propiedad.

Su idea original era la explotación de esta plantación para la industria maderera. Pero a partir de esa fecha (1952) se consideró la conveniencia de capitalizar las tierras forestándolas para brindar, en esa época, un nuevo tipo de urbanización más rentable y mucho más atractiva para los futuros moradores que los típicos loteos de manzanas regulares vacías o, en el mejor de los casos, con líneas perimetrales de ligustros o eucaliptos. Se contrataron los servicios de los profesionales Carlos Franchi y Luis Lorenzi, de Mar del Plata, para forestar con cerca de un millón de plantas de distintas variedades de pinos, cipreses, eucaliptos, aromos y acacias. 

Las tareas de forestación llevaron cerca de 10 años, para lo que hubo que montar la estructura de vivero, riego, viviendas del personal y la lucha contra las típicas plagas de una forestación: la sequía, el cuis, la liebre, la hormiga y el fuego. Asimismo se construyeron una Administración, depósitos de agua, casas de té, una hostería y bungalows, un supermercado, cámaras de frío y lavadero industrial y un aserradero totalmente equipado. 

Se adquirieron las maquinarias necesarias para pavimentar todas las calles principales, para lo cual se abrió una cantera de piedra totalmente montada, que funcionó hasta que se discontinuó el mantenimiento gratuito de los mismos. De igual manera se donaron las instalaciones de alumbrado que actualmente existen y se proveyó sin cargo el servicio de corte de pasto, limpieza, retiro de residuos y vigilancia. Por su propia naturaleza, todos estos servicios fueron absorbidos por el sector público, presentando el aspecto que hoy se observa. Se realizaron obras de infraestructura básica como el tendido de una red de agua, varios pozos de bombeo, un cañadón que recoge y canaliza el agua de lluvia, que desemboca en el arroyo Corrientes y es cruzado por puentes que dan a la zona un particular encanto.

Para lograr la financiación propia de este emprendimiento, las sociedades se desprendieron de otros activos, como las fracciones que se conocen como Las Colinas de Peralta Ramos; Pueblo Peralta Ramos; El Castillo; Playa Serena, etc. Lo hicieron mediante loteos efectuados por firmas inmobiliarias de entonces. El ingeniero agrónomo Héctor Peralta Ramos contrató la diagramación del proyecto de forestación para el primer fraccionamiento de algo más de 50 hectáreas y su posterior expansión al resto de la propiedad. Su idea original era la explotación de esta plantación para la industria maderera. Pero a partir de 1952 se consideró la conveniencia de capitalizar las tierras forestándolas para brindar un nuevo tipo de urbanización más rentable y mucho más atractiva para los futuros moradores que los típicos loteos de manzanas regulares vacías o, en el mejor de los casos, con líneas perimetrales de ligustros o eucaliptos. Se contrataron los servicios de los profesionales Carlos Franchi y Luis Lorenzi, de Mar del Plata, para forestar con cerca de 1.000.000 de plantas de distintas variedades de pino, cipreses, eucaliptos, aromos, acacias, etc.

Las tareas de forestación llevaron cerca de 10 años, para lo que hubo que montar la estructura de vivero, riego, viviendas del personal y la lucha contra las típicas plagas de una forestación: la sequía, el cuis, la liebre, la hormiga y el fuego. Se adquirieron las maquinarias necesarias para pavimentar todas las calles principales para lo cual se abrió una cantera de piedra que funcionó hasta que se discontinuó el mantenimiento gratuito de las mismas. De igual manera se donaron las instalaciones de alumbrado que actualmente existen y se proveyó sin cargo el servicio de corte de pasto, limpieza, retiro de residuos y vigilancia. Por su propia naturaleza, todos estos servicios fueron absorbidos por el sector público, presentando el aspecto que hoy se observa.

Se realizaron obras de infraestructura básica como el tendido de una red de agua, varios pozos de bombeo, un cañadón que recoge y canaliza el agua de lluvia, que desemboca en el arroyo Corrientes y es cruzado por cinco puentes que dan a la zona un particular encanto. Así nace el Bosque de Peralta Ramos. El Bosque tuvo cuatro fraccionamientos para su venta, que fueron efectuados en los años 1960, 1962, 1967 y 1968. Por eso se le llama Segundo Loteo o Nuevo Bosque al sector donde circula esta arteria. Una de las calles del bosque es Doña María Gertrudis Carboni Echabri de Peralta Ramos, esposa de Don Arturo Peralta Ramos y Martínez Bayá.

En el momento de la primera forestación del Bosque (1952) la idea principal fue la de su utilización para la industria maderera. Debido a esto, la zona carecía de cualquier  tipo  de  servicio  básico  municipal; esto sumado a su lejanía con la ciudad, daban al Bosque el aspecto de agreste e inhóspito. Luego  cuando el Ingeniero agrónomo Héctor Peralta Ramos vio  la  posibilidad  de  convertir  al  Bosque  en  un  espacio  residencial  comenzaron a llegar los primeros servicios. El  agua, por ejemplo, venia en camiones y se depositaba en  las  cisternas que  tenían  las  primeras  casas, y  mediante  una bomba se  llenaba el  tanque de cada vivienda. La luz eléctrica se limitaba a ciertos sectores del Bosque y obviamente no  había gas natural sino que se  consumía el gas envasado en garrafa

Ph: Pablo Corrales










miércoles, 19 de julio de 2017

Casco historico de San Antonio de Areco, la historia en primera persona

San Antonio de Areco posee un pintoresco casco histórico en donde se pueden encontrar antiguas edificaciones de la época colonial.

Todavía se pueden encontrar en sus calles de empedrado, antiguas pulperías y almacenes de ramos generales que respetan su estilo original.

El recorrido lo lleva a uno a la plaza principal del pueblo, una hermosa plaza con mucha vegetación y muy cuidada.

En este paseo se pueden conocer varios museos como por ejemplo el museo gauchesco Ricardo Güiraldes, donde se encuentra la historia del afamado escritor y varios almacenes tradicionales,
Es un paseo imperdible para quienes quieren conocer un poco de la tradición gauchesca y un poco más de nuestra historia.


Ph: Pablo Corrales

















lunes, 10 de julio de 2017

Parque Criollo y Museo Gauchesco "Ricado Guiraldes" para encontrarse con nuestra tradicion


Fundado y construido por el gobierno de la provincia. El nombre original de este instituto era Parque Criollo Ricardo Güiraldes y Museo Gauchesco de la Provincia de Buenos Aires, denominación oficial que le impuso el gobierno de la provincia de Buenos Aires, de quien dependió desde su fundación hasta que en la década del ´80 fue transferido a la municipalidad de San Antonio de Areco.

Las instalaciones se levantan en un predio de casi 90 hectáreas en las afueras del pueblo pasando el Puente Viejo. Allí se encuentra La Pulpería "La Blanqueada".

La fundación del Parque Criollo y Museo fue en 1936, siendo intendente municipal de San Antonio de Areco, José Antonio Güiraldes, hermano del escritor. Por su iniciativa se lleva a cabo en el Consejo Deliberante, en la Casa Municipal una Exposición Tradicional. Sus fundamentos fueron: el deber de conservar y adoptar los usos y costumbres de nuestros antepasados como guía de las presentes generaciones y como ejemplo para las venideras. Un pueblo con más de 200 años de existencia y con un acendrado amor a lo nuestro, con sus costumbres típicamente criollas tiene obligación y derecho a exponer sus obras a la consideración de sus connacionales.

El día de la apertura visita la exposición el Ingeniero José María Bustillo, amigo del intendente municipal. Este, amante de las cosas entrañables de su patria, coincide con el pensamiento de sus amigos los Güiraldes, y los vecinos de Areco, y se entrega a imaginar a creación de un parque provincial sobre el modelo de una antigua estancia donde pudieran recrearse la costumbres criollas de antaño y conservarse el patrimonio tradicional que así merezca. Por ese entonces, el gobernador de la provincia Manuel A. Fresco, aprueba el proyecto de su Ministro de Obras Públicas.

El Parque Criollo con el Museo en su interior de inaugura el 16 de Octubre de 1938 con la presencia del gobernador de la provincia. Lleva el nombre de Ricardo Güiraldes en honor del autor de la novela "Don Segundo Sombra", publicada en 1926. Su creador murió en 1927 y sus restos -como los de Don Segundo- descansan en el cementerio de nuestra ciudad. Esta institución ofrece expresiones del pasado argentino que se vinculan con el gaucho, sus costumbres, usos, medios de vida y aportes a la grandeza del país en los aspectos típicos del folklore bonaerense.

La casa del museo

Rodeada por un foso de agua, el cual se cruza por un puente levadizo, se presenta como una fortaleza la Casa del Museo. Así eran las estancias enclavadas en la soledad de la pampa como avanzadas de civilización. La casona reproduce una hacienda del siglo XVIII, con su corredor hospitalario, las dos salientes laterales del edificio, los techos de tejas coloniales, sus blancos muros y sus rejas bajas.

Ph: Pablo Corrales